miércoles, 23 de julio de 2008

Crónicas compulsivas (III)

Hoy escuché una canción cuyo título me reservo, pero sí comparto el recuerdo que me invadió al instante.

...

Cuando vivía en el Edificio El Centro, tuve muchas noches solitarias.

Yo disfruto la soledad, pero en aquel entonces le ponía atención a las noches conmigo misma porque me había acostumbrado a que en los apartamentos anteriores tenía compañía, aunque no la quisiera o no la buscara.

Recuerdo especialmente el ventanal de la sala-comedor que me daba una impresionante vista de esta ciudad.

Se me antojaba, después del trabajo, tomar una taza de café y sentarme en un banco alto a ver cómo se oscurecían esas calles grises y vidriosas por tanta lluvia... así que, lo hacía muy seguido. Los inviernos -como el que estamos viviendo ahorita- eran aún más fríos desde el piso 15.

Hoy tuve un flashback a esa ventana y a esa sensación de vacío mezclado con punzaditas en el corazón y la garganta.

En realidad, mis ojos buscaban en esas calles a alguien a quien quería dentro de mi apartamento y nunca llegaba. Nunca llamaba...

Sólo quería que se acurrucara conmigo en la cama, sin decir nada. Quería colocar mi cabeza en su pecho y permitirme suspirar cuantas veces me lo pidiera el alma.

Pero, entraba la noche y lo único que lograba ver era cómo disminuían las figuras humanas en las calles, se encendían las luces del alumbrado público y se convertía el paisaje en la ciudad más solitaria de mi vida.

5 comentarios:

Juan Pablo Dardón dijo...

qué texto más triste!

Jorge Rodríguez dijo...

La soledad nos ayuda a fortalecer más al alma, y animarnos a expresar esas sensaciones de tristeza y deseo por lo que ya no está más...

Disfrutá estos momentos de tristeza, siempre y cuando tengás visto el final de ese camino

Allan Martínez dijo...

Fuerte tristeza la que cargás. Cualquier recuerdo revive un sentimiento olvidado. Te imagino fijate... aunque no lo creás.
Suerte...

Anónimo dijo...

intencional, no fue...

Abril dijo...

Creo que todos tenemos a ese alguien a quien esperamos y nunca llama siquiera.



Uyyyy me gusto un monton!