Horas después, cualquier movimiento brusco de mi pierna derecha provocaba punzadas dolorosas en ese lugar bendito que quedó marcado con un micro puntito rojo.
Durante todo el fin de semana me invadió una sensación de ladrillo pesado dentro del músculo y eso me hacía cojear a cada paso.
Pasé sábado y domingo prodigando "ay ay ay's" en la soledad de la casa y de mi carro.
Hasta que anoche, a falta de bolsa de hule, llené un tupperware con agua hirviendo, lo envolví en una bolsa plástica de Econosuper y lo coloqué estratégicamente sobre mi nalga... (Demás está decir en qué posición me encontraba para lograr que el tupper no se cayera...)
Amanecí con un alivio que me hizo sonreír a pesar de la nalgada que mi amiga Gabriela me dio para desearme feliz día.
5 comentarios:
jajajaja no sabes la cantidad de cosas que te quisiera decir... pero mejor me las ahorro mi negra. Que tengas un lindo día de nalga adolorida. (y la mordida jajajaja)
No entendí... ¿qué mordida?
la mordida te la voy a dar yo, justo en la nalga q te pincharon...
huy seño!
ya yaii jaja que no se me ocurrio leyendo este post jaja pero mejor o_o calladito, ojala siga mejor y si no me avisasyo te puedo curar ;)
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