miércoles, 19 de noviembre de 2008

Crónicas compulsivas (IV)

La noche anterior habías prometido pasar conmigo el fin de semana entero.

Entre el lunes y el viernes hice varios intentos de traerte conmigo, pero no fue posible. Estabas muy cansado o querías estar solo. Lo comprendí.

Así que, ese sábado, desperté ansiosa. Contenta. Ilusionada.

Dijiste que llegarías después del desayuno.

Invertí las horas en arreglarme y ponerme guapa, coqueta, perfumada. Era la primera vez en mucho tiempo que me esmeraba para verte. Estaba sonriendo.

"Tantos años juntos", pensé... "y todavía me emociona".

A las 10 de la mañana aún no sabía nada de vos. Te llamé.

Dijiste que no habías llegado porque estabas desayunando con una amiga. Esa que te gustó desde la universidad y que te ponía nervioso cuando descubriste que trabajaba en la misma empresa que vos.

Me sentí ridícula.

Cursi.

Tonta.

Desinflada.

6 comentarios:

Allan Martínez dijo...

wua wua wua wuaaaaaaa. Mi gorda tan linda un besote.

Kary dijo...

ay heimanita... tan pendes que somos a veces verdà? a mi tambièn me pasò eso muchas veces... pinches gusanos mequetrefes... en fin... ahora puedo decir "èl se lo pierde!!!" jijijiji

Ti amooooo!!!

el VERDE !!! dijo...

amibita, definitivamente hubo algo q no me contaste el domingo q nos vimos....una mordida te voy a dar cuado te vuelva a ver... un abrazote

Abril dijo...

Suele pasarnos a todas. O a todos. Pero este es un buen lugar para desahogar ese tipo de cosas.

Animo!

Anónimo dijo...

que se puede decir... no hay peor ciego que el que no quiere ver...

Wendy García Ortiz dijo...

Estoy de acuerdo. Estuve ciega por mucho tiempo!