Dos puntos de vista que adoro

Una madrugada de esas, en las que no podía dormir, encontré en el TCM un extraño documental de Janis Joplin.

No tenía ninguna narración o voz en off. El asunto era una recopilación de imágenes, rolas en vivo, entrevistas y jammings, sin ningún orden.

Lo que quedó grabado en mi memoria fueron las respuestas que le daba a un reportero de la tele. Él le preguntaba las cosas más superficiales, mientras que ella le respondía con cosas tan personales, tan tiernas, tan profundas...

Decía Janis que sus influencias venían de lo más clásico. Y habló especialmente de Billie Holiday.

Para la cantante sesentera, Billie era demasiado sutil en sus canciones.

Ella, en cambio, se desgarraba para decir lo mismo. Y no le importaba aceptar públicamente que su voz no era tan dulce y refinada como la de su antecesora. Sólo quería hacer lo mismo de un modo diferente. No pretendía más. La fama se le vino sin planearla.

Finalmente me dormí... como a las tres de la mañana. Pero desperté pensando en las dos cantantes.

A mí me fascinan ambas, cada una con su estilo.

Con Billie, me dan ganas de llorar mientras sonrío. Y con Janis, me dan ganas de somatar cosas mientras lloro.

Aquí les comparto un mismo sentimiento, en dos versiones.

Que lo disfruten.