jueves, 30 de julio de 2009

Toda poesía

"Alfonsina y el mar" no suena igual si no se sabe uno la historia.

Los autores de la canción (Ariel Ramírez y Félix Luna), se inspiraron en el hecho trágico que rodeó la muerte de Alfonsina Storni, poeta argentina.

Con los años, la voz de Mercedes Sosa le daría el último toque de poesía a ese trozo de mar que se llevó con ella.

El día en que decidió suicidarse en Mar del Plata, envió su poema "Voy a dormir" a su único hijo y al diario La Nación. Horas más tarde, encontraron su cadáver flotando en la playa.


Voy a dormir
Dientes de flores, cofia de rocío, manos de hierbas,

tú, nodriza fina, tenme prestas las sábanas terrosas

y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

Ponme una lámpara en la cabecera;

una constelación, la que te guste;

todas son buenas, bájala un poquito.

Déjame sola; oyes romper los brotes...

te acuna un pie celeste desde arriba

y un pájaro te traza unos compases para que olvides.

Gracias...

Ah, un encargo: si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido.


Alfonsina Storni, octubre de 1938.

La nueva abuela

Usualmente las abuelas son el núcleo de la familia, el eje sobre el cual giramos los nietos, las tías, los papás, las mamás...

Hasta hace algunos años mi familia celebraba la Navidad en casa de la abuela paterna, la "Abuelita Carmen".

Pero algo pasó... no sé bien qué... y esa tradición se modificó o pasó a manos de otra persona... no sé cómo explicarlo. Ahora, todas las celebraciones giran alrededor de mi mamá.

El año pasado, estuvo rarísimo porque ella celebró las fiestas de fin de año fuera del país. Mis hermanas y yo nos dimos cuenta de que sin su presencia, las reuniones son insípidas, es preferible no hacerlas.

A partir de entonces, si alguien cumple años, mi mamá prefiere que comamos todos juntos en casa. Ya nada de salir a algún restaurante ni gastar por ahí. Ella nos convoca y no podemos decir que no. No porque decidamos gustosamente asistir, sino porque no nos deja el chance para negarnos.

Tengo que aceptarlo. Mi mamá es la nueva abuela.

miércoles, 29 de julio de 2009

Mujer de pocas palabras... en la oficina

Mis días laborales serían más o menos perfectos, a no ser por extrañas personas que se acercan a saludarme.

En promedio, tres hombres o mujeres, diariamente se aproximan a mi escritorio y me dan un beso en la mejilla.

¡¡¡ ¿ ? !!!

No los conozco ni tengo ganas de hacerlo, y a pesar de que no despego mi vista de la computadora, se ponen de pie a la par mía y esperan a que levante la mirada.

Es extraño. No me gusta.

Tal vez ellos llegan en el plan más amistoso, a visitar a mis compañeros. O se comportan educados y saludan a todo el mundo de beso en la mejilla, pero yo me siento invadida.

Por eso me pone un poquitín de mal humor la secretaria. Cuando entra para entregar algún sobre, grita a los cuatro vientos un "holaaaaaa" tan agudo, que siempre me hace fruncir el seño. Ella tan jovial y yo tan amargada, dirán.

Simplemente soy de las que hablan poco o casi nada en la oficina. Me dedico a leer noticias, editarlas, enviar correos y subir información a una página web.

Me gusta usar audífonos y escuchar la música que se me antoje mientras trabajo. No molesto a nadie. Y no lo hago para aislarme, es sólo que prefiero que mi día de trabajo esté lleno de movimientos pacíficos y serenos -especialmente en el que actualmente me ocupa-.

Es curiosa la manera en la que estoy hecha. En varios ambientes laborales me ha sucedido que puedo abstraerme sin necesidad de audífonos y no escucho cuando mis compañeros empezaron un gran jolgorio y llenaron la oficina de carcajadas. No me entero de lo que están hablando.

Quien me ve por aquí, piensa que soy tímida y probablemente solitaria. No importa. Yo sólo sé que así trabajo mejor. Hablo con quien tengo que hablar por cuestiones laborales y a la hora de salida, me voy si ya dejé todos los pendientes resueltos.

Eso sí... al salir de aquí, pego de brinquitos y me reúno con mis amigos o mis hermanas y ahí sí que se me sale la vida por los poros.

martes, 28 de julio de 2009

Costumbre rabinalense

"Hoy tengo que terminar el cuento de la señora de Jalapa, pero también tengo que ir a comprar la bombilla para el baño y tengo que reparar el calentador. ¿Qué es más importante? El relato porque ya me pasé del deadline".

Y entonces, salgo a compara el foco.

¡¡¡ ¿ ? !!!

Muy a menudo me sucede que, ordeno las cosas que tengo que hacer desde que despierto en la mañanita, pero resulto haciendo las de menor prioridad.

¿Qué será?

Sospecho que es la costumbre rabinalense de mi madre, de cambiar de planes a última hora.

domingo, 26 de julio de 2009

The Beatles para un domingo en la noche

Después de una semana extraña, varios achaques se suman al listado de padecimientos del tipo "síndome de estrés post traumático". Y a medida que se acaban las horas del domingo, con ellas se cierra el recuento de las pérdidas emocionales del mes.

Pero hay algo que me reanima. Abbey Road.

Lo recomiendo para quienes guardaron el disco en el baúl de los recuerdos y decidieron desempolvarlo después de varios meses.

El play sonará refrescante.

Sus altibajos me hacen pasar de la melancolía, a la euforia. No funciona igual si no pego de brincos y pretendo estar en un escenario mientras me recorro la sala, el comedor y el baño.

Al final del disco, termino diciendo -con el poco aire que me queda-: "and in the end... the love you take... is equal to the love... you make... ajáaaaaaa".

:o)

martes, 21 de julio de 2009

Pierde algo cada día

Estoy leyendo el libro de cuentos de la guatemalteca Gloria Hernández. Se titula "Ir perdiendo".

Apenas abrí las primeras páginas y me atrapó la idea de la autora de recopilar historias de pérdidas. Ella tiene razón. Todos en algún momento hemos perdido el amor, el trabajo, las ilusiones, la vergüenza... y cosas tan banales como las llaves, el carro, los anteojos...

Por eso, en su primer relato cita a Elizabeth Bishop (1911-1979), una poeta estadounidense cuyo poema "Un arte", recomienda que a propósito, perdamos algo cada día.

Lo copio aquí en su idioma original porque traducirlo, sería un crimen.


One Art

The art of losing isn't hard to master;
so many things seem filled with the intent
to be lost that their loss is no disaster,

Lose something every day. Accept the fluster
of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn't hard to master.

Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.

I lost my mother's watch. And look! my last, or
next-to-last, of three beloved houses went.
The art of losing isn't hard to master.

I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
some realms I owned, two rivers, a continent.
I miss them, but it wasn't a disaster.

Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan't have lied. It's evident
the art of losing's not too hard to master
though it may look like (Write it!) a disaster.



Foto por Joseph Breitenbach

lunes, 20 de julio de 2009

Llévame un momento, por favor

Imagino que una nave espacial se posa sobre los árboles. Veo a las ardillas espantarse, a las luciérnagas apagarse... a mi corazón acelerarse.

Salgo corriendo al bosque para observar de cerca el aterrizaje. Y resulta que empiezo a elevarme. Entro en la nave y desaparezco.

Regreso a mi casita en el año 2011, pero para mí, sólo habrán pasado unos minutos... lo que tarde explorando la nave.

Entonces, me pregunto: ¿cómo encontraría las cosas a mi regreso? ¿a mis amigos? ¿a mi familia? ¿De qué me habré perdido?

Ojalá no tarde en venir por mí esa nave espacial.

viernes, 17 de julio de 2009

Los regalos más valiosos

Es curioso el día de tu cumpleaños. Si sos reservado como yo, esperás a que tus seres queridos se recuerden y te feliciten. Si no lo hacen, te sentís un poco triste. Y si lo hacen, esperás a que venga el abrazo con todo y regalito... Al menos, así me sucedía cuando era niña.

Para cuando me fui a vivir sola, otras cosas eran más importantes que los regalos. Con que me llamaran mi familia y mis amigos cercanos, tenía para pasarla sonriendo todo el día.

Pero desde hace dos o tres años, me he llenado de muchos obsequios -para mi alegría-.

Por ejemplo, el regalo más pequeño que recibí este año, fue un gatito de madera en cuya colita bien parada, se colocan los anillos.

Los más útiles que me han dado, son los que me pongo: blusas, faldas, vestidos, suéteres y accesorios. Por cierto, todos han acertado mi talla. Qué ojo!

El regalo más espectacular y que no me lo esperaba, fue un viaje "todo pagado" a Costa Rica para ir a ver a Incubus en concierto.

El más dulce que tengo, está encerrado en dos recipientes transparentes rellenos de agua brillante: son dos caballitos de mar de mentiritas.

El más juguetón, es un libro de cuentos que narra la historia de una niña que vivía en un bosque y que descubre que es hija de la Primavera!

Y la sorpresa más tierna que recibí fueron las galletitas que aparecieron hoy sobre mi escritorio, obra de Doña Mari, la señora que hace la limpieza en la oficina.

Por supuesto que, hay uno que siempre espero: una comida con mi familia.

Muchas gracias a todos por los detalles ;o)

lunes, 13 de julio de 2009

De repente

De repente me descubro con nuevos ojos.

A partir de hoy pueden ver fantasmas.

Me revelan dos caras dibujadas
en el vidrio del ventanal.

Me hacen encontrar espirales
en los frascos, en las bolsas de papel.

Me dirigen hacia las monedas
que se esconden debajo de la cama...

... a tu rostro asustado de por la mañana.

... a mi reflejo interrogado y perdido.

miércoles, 8 de julio de 2009

El caballito de mar, Frankie y Gerard

Ya decía yo que en una película había visto a un caballito de mar. No recordaba bien en cuál largometraje, en cuál escena ni qué actores estaban en ella, pero lo que más presente tenía, es que quería -y quiero todavía- ver un caballito de mar en vivo y a todo color.

Ahora entiendo por qué llené de magia al asunto.

Lo vi en Dear Frankie. Esta historia es de las que más me han conmovido y alborotado la vida!

Si no han visto esta película, se las recomiendo. En ella conocí a Gerard Butler antes de que se hiciera famoso en "300".





La sorpresa de un lunes*

Ada María salió de la oficina dando brinquitos de ilusión.

En su rostro se dibujó una sonrisa a la velocidad con la que se abrió la puerta del elevador.

En la recepción del edificio, la esperaba su primer novio. Aquel muchacho al que decidió darle el sí, el fin de semana pasado.

Al cruzar sus miradas, ambos se atrajeron cual imanes y no se separaron ni en la camioneta que los llevaría a su barrio.

Cada cuadra alimentaba las ilusiones de Ada María, cada charco que saltaban entre carcajadas le iba asegurando la felicidad al lado de su novio.

Lo que más le gustaba de esas tardes de oficina, era la seguridad que le brindaba la compañía del muchacho, en las calles solitarias del lugar cercano a su casa.

Por eso, ese lunes que llegó a recogerla, no tenía nada que temer.

Al bajar de la camioneta, no se dio cuenta que una sombra la perseguía. El corazón de Ada María estaba distraído con los piropos que su novio le hacía, con las caricias que le regalaba, con el amor que su cuerpo le daba.

Ni siquiera se percató del silencio que empezaba a caer junto con la tarde, al doblar la esquina de la tienda de doña Esmeralda.

Justo cuando estaba a punto de cantarle al hombre de su vida “un rayo de sol, oh-oh-oh”, sintió una punzada en la espalda.

Se sintió un poco extraña, como si el aire le faltara. Se lo quería decir a él, pero cuando pudo darse cuenta, ambos caían sobre la acera. No podía entender nada.

Lo último que recuerda es la violencia con la que una mano arrebataba su cartera, arrancaba la cadena de oro de su hombrecito y zangoloteaba sus cuerpos en busca de algo que no comprendía.

*Las cosas que inspiran las portadas amarillistas de los diarios...

miércoles, 1 de julio de 2009

Rompecabezas


Hoy tengo ganas de...

...armar un rompecabezas en buena compañía.

...platicar mientras encajamos las piezas difíciles y beber algo caliente porque afuera llueve.

...reconstruir la imagen desarmada y escuchar confesiones intensas, secretos guardados por años, o simplemente anécdotas inspiradas por el frío.

...reír hasta llorar porque no le agarro la onda a este pasatiempo recientemente adquirido.

Y si no hay compañía, pues... termino el rompecabezas yo sola, haciendo un recuento de las piezas que uno, los recuerdos, los sueños y las metas que aún tengo pendientes.