domingo, 21 de febrero de 2010

¿Matrimonio, yo?

Hoy por la tarde conversaba con mi amigo el Pato acerca de nuestro círculo de amigos cercanos y de cómo ninguno está aproximándose al matrimonio. Ya tenemos más de 30 años y ni siquiera tenemos una relación de noviazgo seria. Muchas cuatas alrededor nuestro se han casado o hecho madres, pero porque sienten la obligación de hacerlo. Luego las vemos divorciadas o separadas. No miento.

Entonces, ¿qué tiene esa famosa institución impuesta por las generaciones pasadas que todavía enriquece los negocios dedicados a las bodas?

Me lo empecé a cuestionar porque siento que vivo entre dos realidades paralelas: una, la de mis amigos alejados casi por completo del casamiento; y otra, la de los anuncios de la expo boda, las joyerías, las ventas de vajillas y los vestidos de novia.

¿De verdad existen parejas todavía que piensan en casarse? Yo, mientras más información tengo acerca del matrimonio y de la maternidad, menos quiero afrontar cualquiera de estas dos situaciones. Me bastaría con una pareja que quiera compartir al menos unos 20 ó 30 años conmigo. Digo... es que, al paso que voy, a lo mejor la encuentro a los 40.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Pasos tenebrosos

Cuando estoy despierta a la una de la mañana, puedo escuchar cómo algunos pasos interrumpen el canto cotidiano de la noche afuera de mi casita. Las miles de hojas secas que cubren el jardín, delatan a cualquier ser de dos o cuatro patas que transite por los alrededores.

Cada vez que escucho estos sonidos y asomo mi rostro a la ventana para identificar al invasor, me sube un ligero friíto por la columna... nunca veo nada.

En otras ocasiones, al entrar de la calle en plena oscuridad nocturna, me han sorprendido los pasos cuando estoy a punto de meter la llave en la cerradura. Entonces, se me acelera el corazón porque ese ente extraño no me da ningún tiempito para abrir la puerta y encender la luz exterior.

No quiero hacer un Blair Witch Project, pero sí me gustaría que alguien acampara aquí afuera y estudiara lo que sucede. Yo no soy tan valiente. Lo malo es que sospecho que al hacerlo, desaparecerá toda la mística que rodea a este mi refugio.

jueves, 4 de febrero de 2010

Un lago para la casita del bosque

Acabo de empezar un nuevo trabajo. Apenas llevo cuatro días y ya siento como si hubiera pasado un mes... Ufff, las jornadas han sido intensas y así seguirán, lo intuyo.

Este ambiente laboral es muy-muy diferente al que tenía hace una semana. Totalmente lo contrario: mucha seriedad, poca solidaridad y un montón de desconfianza por entre los cubículos. Afortunadamente tengo a la compañera de área de mi lado. Disfruta pasándome todas las responsabilidades porque el puesto de trabajo tiene los ojos de muchas personas encima. Yo creo que lo empecé con el pie adecuado.

Con esta nueva intensidad en mi vida, la casita del bosque se convierte en el lugar más codiciado del día. Hoy pasé por ahí durante el almuerzo, con la excusa de ir a dejar unas cosas. Se me había olvidado que al mediodía el sol hace brillar las paredes grisáseas del exterior de mi guarida y que el viento me hace cerrar los ojos para imaginar lo bien que quedaría un lago en el fondo del barranco.

¿Cómo le puedo hacer para que aparezca y que pueda jugar con los dedos de mis pies en su agua cristalina?