miércoles, 26 de mayo de 2010

El barquito de los deseos

En el taller de Anita fabriqué un barco de papel. Con ayuda de otros niños, quedó perfecto. Hasta le hicimos una vela con un pedazo de tela.

Cuando llegué a mi casa, vi una corriente de agua que quedó después de la lluvia. Estaba tan estrepitosa y era tan larga, que parecía un arroyo. No pude evitar imaginar cómo, al terminar la calle, bajaba por todo el barranco hasta llegar a la roca más alta y caer en una catarata muy alta, muy alta.

Entonces, se me ocurrió poner mi barquito a navegar. Pero antes de dejarlo ir, escribí en él algunas peticiones: mucha paciencia, sabiduría para reconocer los errores y una lengua suelta para que comunique mis emociones.

Espero que mi barquito de papel regrese pronto y traiga consigo mi cargamento especial :o)

lunes, 17 de mayo de 2010

La niña que no quiere sufrir

Guatemala, 3 de mayo de 1987

Hola Wendy, ya guardé la carta que usted me dejó debajo de mi almohada. Al principio me dio miedo porque en la noche yo no sentí que alguien entrara a mi cuarto, pero cuando la leí, entendí que era una sorpresa.

Le quería contar que voy a escribir una cosa en mi diario, me da mucha vergüenza y por eso no se la he contado a nadie.

Un día, Rebeca no me habló en todo el recreo. Yo pensaba que ella era mi mejor amiga y creía que las mejores amigas no se hacían cosas así. Ella nunca me dijo lo que yo hice para ponerla tan enojada. Sólo se hizo la que no me había visto y pasó a la par mía riéndose a carcajadas. Supongo que no sabe que eso se siente muy feo.

Yo creo que no le gustó que esa mañana la Directora me premió con unos diplomas por haber participado en concursos de gramática, ortografía y redacción. ¡Me dio un montón! Primer lugar, segundo lugar, tercer lugar… Tantos que mis compañeritas se cansaron de aplaudirme. Y en cambio a ella, apenas le dio uno.

Entonces, cuando le pregunté si podía jugar con ella, me dijo que no. No me gusta decirlo, pero me dieron muchas ganas de llorar y para que nadie se diera cuenta que me había puesto triste, me escondí a la par del lavadero en el que las señoras de la limpieza lavan los trapeadores. Ahí me pasé todo el recreo viendo cómo ella jugaba con todas nuestras amigas. Ya no recuerdo si me comí la refacción.

¿Por qué es tan mala la gente? Yo no quiero sufrir otra cosa así. Cuando veo que alguien trata mal a otro, no sé qué hacer y prefiero ir a esconderme o salir corriendo.

Ojalá que lo que usted vio en el futuro no se parezca a esto porque yo no quiero ser así cuando sea grande.

Pero ¿sabe qué? Anoche estaba leyendo, en uno de los libros que usted me dijo, cómo los niños que se van al país de Nunca Jamás, se quedan niños para siempre. Eso quiero hacer yo. Tal vez así no me pongo triste con esas cosas feas que hace la gente, ¿verdad?

Ahora, voy a poner esta carta debajo de mi almohada para que usted la venga a traer cuando quiera.

Buenas noches.


lunes, 10 de mayo de 2010

Angustia

Hay algo de frío en esta ventana sin nombre.

No me cobija tu abrazo imaginario
ni las letras de tus cartas ni tu recuerdo.

Todo tiembla por dentro, y por fuera, se va haciendo más débil.

Tengo miedo de no salir de este áspero encierro.

¿Tan difícil es que me acompañes a desgastar las tardes?

La más linda escena

Me gustó mucho la película "Me, you and everyone we know", especialmente esta escena:



Gracias Anita Cristina ;o)

viernes, 7 de mayo de 2010

Breve monólogo de un corazón roto, remendado y vuelto a desarmar

La suavidad no se ha ido de mis hombros. La entrega sigue siendo completa. La ingenuidad jamás desaparecerá. La sensualidad aún tiene cabida. La inspiración está más fuerte que nunca. La disposición a la aventura está lista en mi maleta. La dulzura aún sigue en su lugar.

Y tú lo viste todo desde la puerta de entrada, pero corriste cuando estaba a punto de estallar.


Foto: www.celiagradin.net

It's just a dream

martes, 4 de mayo de 2010

El Espejo

Soy de plata y exacto. No tengo prejuicios.
Todo lo que veo lo trago de inmediato
tal y como es,
sin la turbiedad del amor o de la antipatía.

No soy cruel, solo veraz
-el ojo de un diosecillo con cuatro esquinas-.

La mayor parte del tiempo medito
sobre la pared de enfrente.
Es rosada. Con manchas. La he mirado tanto
que creo que forma parte de mi corazón. Pero se mueve.
Caras y oscuridad nos separan una y otra vez.

Ahora soy un lago. Una mujer se asoma sobre mí,
buscando en mi extensión lo que ella es en realidad.
Luego se vuelve hacia esas embusteras, las velas o la luna.
Veo su espalda y la reflejo con fidelidad.
Me recompensa con lágrimas y gesticula con las manos.
Soy importante para ella. Viene y va.
Cada mañana es su cara lo que sucede a la oscuridad.
En mí se ha ahogado una muchacha,
y desde mí
una mujer mayor
se eleva hacia ella día tras día, como un pez terrible.





Sylvia Plath

lunes, 3 de mayo de 2010

Irse



To wend significa To go one's way; proceed. To travel.

¿Será que mi nombre tiene algo que ver con el verbo?

¿Esto tendrá relación con esa sensación que me persigue de no pertenecer a un lugar? ¿Será esa la razón por la que nunca sentí como propio un espacio?

Si es así, ¿a dónde debo ir? ¿Alguna vez llegaré a algún lugar?