domingo, 28 de noviembre de 2010

¿Fanática yo?

En 1994 grabé un especial de Los Beatles en un caset de 90 minutos. Lo transmitieron en la FM Fama y ahora que hago memoria, no me gustó mucho. La emisora hizo algunos "remixes" y "popurrís" que me obligaron a darle forward a la cinta muchísimas veces cuando lo escuchaba en mi walkman.

No tenía dinero para comprar la música original, pero supe arreglármelas para tener algunas de sus rolas conmigo. Mi papá -de quien adquirí el gusto por el grupo- tenía algunos LP's que se había comprado antes de mi nacimiento, pero no sé en qué año el tocadiscos dejó de funcionar y según mis recuerdos, nunca lo reparó.

A partir de entonces, mi curiosidad me llevó a investigar a estos músicos y luego la tecnología me permitió tener un buen número de sus producciones.

Yo apenas tenía 3 años cuando mataron a John Lennon, pero sí viví la muerte de George Harrison en el pasaje Aycinena y brindé con algunos amigos en agradecimiento a las sensaciones que este señor me produjo con su genialidad. Claro, ¿qué sería de Paul, Ringo, John y George sin el talento y el oído de George Martin? Hay que reconocer que los riesgos que se tomó este señor revolucionaron lo que en aquella época estaban acostumbrados a escuchar.

Hago todo este recuento ahora que fui a Liverpool y que descubrí que yo no soy nada a la par de la fanaticada que visita esta ciudad. La alcaldía colabora porque ha sabido explotar la imagen de Los Beatles para atraer al "turista musical". Tanto así que, ofrece tours por sitios que únicamente conocen aquellos que saben de memoria fechas, letras de las canciones, la historia del grupo y todos los mitos que giran alrededor de él. Y por ahí se topa uno con algún viejito que cuenta anécdotas del tipo "yo conozco a", "yo estuve en"...

Una de las cosas que me produjo sentimientos encontrados fue mi breve paso por La Caverna... bueno, por una reproducción de aquel lugar en el que se hicieron famosos y que cerró en los años setenta. Cuando entré, cantaba un imitador de Lennon que usaba unos lentes redondos como los suyos, hablaba como él, se vestía como él e irónicamente, sabía pocas canciones de él.

Por una parte me pareció exagerado el hecho de tomarse la molestia de construir un lugar casi con todas las características de otro y crearle además, toda una parafernalia surreal. Pero por otra parte, me reía de mí misma porque ahí estaba yo cantando tímidamente algunas frases y tomando fotos hasta de las paredes de ladrillo de este sótano recreado para el fanático, ese fanático que no soy yo.

:oP

Una de mis fotos de The Cavern. Liverpool, noviembre de 2010.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Clima insensato

El clima en Inglaterra pareciera reírse de uno. Las mañanas que amanecen soleadas, hace un frío espantoso y el día que uno decide salir a caminar, hay una llovizna permanente... Ya me agripé por segunda vez en menos de tres meses.

Hoy que amanecimos en Oxford hay una niebla tan espesa que no deja ver mas allá de media cuadra... justo cando queríamos salir a explorar esta ciudad...

Tendremos que hacer lo que hacen los ingleses, salen de sus casas a pesar de este clima traicionero. Si hay mucha lluvia igual van al mercado y comen de pie mientras se salpican con las gotas que caen sobre los charcos. Si hay niebla como hoy, no dejan de hacer su hora de jogging. Si hay frío de aquel que congela las manos, se ponen guantes y salen en bicicleta.

Y pensar que el pronóstico de la BBC dijo que la niebla se mantendrá durante todo el día...

(En la foto, una muestra de esa niebla que se ve desde el hotel)

lunes, 1 de noviembre de 2010

Los mapas y yo

Se suponía que si en mi corta exploración de algunas ciudades del mundo, podía ubicarme fácilmente con un mapita del metro y una caminata por las avenidas principales, un mapa de las calles debía facilitarme aún más la visita turística. Sin embargo, teniendo uno de esos en la mano, jamás me había sentido tan desorientada como en Viena.

El breve recorrido que le di a la ciudad -pues debía tomar un avión hacia París- terminó siendo un caos: cuando intenté regresar a la casa en la que me dieron posada, no pude encontrar las calles que el mapa me indicaba. Para mí, a la vuelta de la esquina la calle cambiaba de nombre; dos kilómetros después, tenía tope; en varias ocasiones, la atravesaba una vía rápida que estaba bloqueada para el peatón y en mi búsqueda del paso de cebra, se perdía de vista la dichosa calle... Y mientras tanto, mis amigos estaban a punto de llamar a la policía.

La manera más fácil de llegar era, darle la dirección a un taxista y pagarle lo que fuera necesario. Pero, había un pequeño detalle: no tenía efectivo porque mi tarjeta de débito dejó de funcionar en los cajeros automáticos. También podía preguntar a los vecinos para que me ayudaran a ubicarme, pero otro inconveniente: no hablo alemán más que para decir "Ich spregen nein deutch (no hablo alemán)".

Así que... sí... perdí el vuelo porque tardé dos horas en comprender que en lugar de caminar hacia el sur, estaba caminando hacia el norte... No, la aerolínea no me devolvió un sólo centavito y tuve que comprar otro boleto... Y no, tampoco hice el recorrido de Ethan Hawke y Julie Delpy.

Tengo un serio problema de lectura de mapas callejeros :oP