lunes, 1 de noviembre de 2010

Los mapas y yo

Se suponía que si en mi corta exploración de algunas ciudades del mundo, podía ubicarme fácilmente con un mapita del metro y una caminata por las avenidas principales, un mapa de las calles debía facilitarme aún más la visita turística. Sin embargo, teniendo uno de esos en la mano, jamás me había sentido tan desorientada como en Viena.

El breve recorrido que le di a la ciudad -pues debía tomar un avión hacia París- terminó siendo un caos: cuando intenté regresar a la casa en la que me dieron posada, no pude encontrar las calles que el mapa me indicaba. Para mí, a la vuelta de la esquina la calle cambiaba de nombre; dos kilómetros después, tenía tope; en varias ocasiones, la atravesaba una vía rápida que estaba bloqueada para el peatón y en mi búsqueda del paso de cebra, se perdía de vista la dichosa calle... Y mientras tanto, mis amigos estaban a punto de llamar a la policía.

La manera más fácil de llegar era, darle la dirección a un taxista y pagarle lo que fuera necesario. Pero, había un pequeño detalle: no tenía efectivo porque mi tarjeta de débito dejó de funcionar en los cajeros automáticos. También podía preguntar a los vecinos para que me ayudaran a ubicarme, pero otro inconveniente: no hablo alemán más que para decir "Ich spregen nein deutch (no hablo alemán)".

Así que... sí... perdí el vuelo porque tardé dos horas en comprender que en lugar de caminar hacia el sur, estaba caminando hacia el norte... No, la aerolínea no me devolvió un sólo centavito y tuve que comprar otro boleto... Y no, tampoco hice el recorrido de Ethan Hawke y Julie Delpy.

Tengo un serio problema de lectura de mapas callejeros :oP

1 comentario:

GavilaSavilaMavila dijo...

Ajajajaja! ya somos dos amiga linda...yo también me pierdo con y sin mapa jeje! MUA