lunes, 10 de enero de 2011

¿En el mar la vida es más sabrosa?

Hay algo en el mar y la arena que me atrae y a la vez me aterra. A lo largo de mi vida he oído historias de personas que mueren ahogadas durante un fin de semana familiar o un paseo con amigos.

Por eso no soy de las que desafían las olas o de las que disfrutan como los delfines. Tampoco hago surf ni navego en veleros. Apenas acerco mis pies al agua y si amanezco valiente, dejo que me revuelque un poco.

El año pasado, en aquellos meses en los que me rodeaba el frío europeo, añoraba una playita chapina, una piscina, algo que me hiciera sudar y ponerme más morena. Me imaginaba caminando por la playa y me gustaba pensar que lo hacía en compañía. Creo que todas las ganas de estar en un lugar así tenían que ver con la necesidad de una caminata romántica sobre la arena, un atardecer en paz y calor rico.

Pero, de ese tiempo para acá, muchas cosas han cambiado. He intentado convencer a algunos amigos de ir, pero creo que elegí a los menos indicados. Ahora me pregunto si vale la pena explorarla en soledad. No estoy segura si me la disfrutaré tanto.

Foto tomada de mquemefotos.blogspot.com

1 comentario:

Jorge Rodríguez dijo...

Pos mi querida Wendy, si me hubieras dicho a mí, ya hubieramos ido y regresado.

Falta de confianza que le dicen