domingo, 27 de marzo de 2011

Intenciones escondidas

Mi mente bloquea lo que se le antoja y sin mi autorización. Desvanece recuerdos de todos los sabores (dulces, amargos, ácidos, saladísimos) y de todos los colores (oscuros, brillantes, negros, transparentes). A veces mis parejas han pensado que olvido a mi conveniencia, no me creen que ya no recuerde algunas frases, momentos cúspide en nuestras relaciones, actitudes mías y suyas. "Si no lo recuerdas, nunca sucedió", me dijo uno.

Tal vez por eso empecé a escribir en mis agendas cosas diferentes a las tareas laborales. Le encontré bastante gusto a aquellas que traían una página entera por día y poco a poco las fui llenando de momentos.

Lamentablemente hay semanas perdidas y días con la página en blanco. Ahí hay recuerdos que se fueron para siempre y eso me aterra.

Cada noche, aunque llegue a mi cama muy cansada y de madrugada, tengo la necesidad de escribir lo que me pasó, lo que me afectó, lo que no quiero olvidar. Me pone nerviosa no hacerlo. Si me vence el sueño, escribo por la mañana.

Lo más extraño es que en muy contadas ocasiones he regresado a las agendas de años anteriores para ver qué estaba haciendo un día como hoy. Entonces hay veces en las que me pregunto si este ejercicio tiene realmente utilidad. ¿Cuál será la verdadera intención de llevar un diario?

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