lunes, 4 de abril de 2011

El sueño de un sábado por la noche

Una tarde me subí a un bus con destino desconocido. Ya dentro de él, empecé a buscar dónde sentarme. Decidí quedarme cerca del chofer y pegada a la ventana. Durante algunos minutos me hipnotizó la vista de afuera: una ciudad de edificios y casas grises, brillante sólo porque estaba lluviosa y casi vacía de gente.

No me había dado cuenta que detrás de mí estaba sentada una pareja (yo intuí que estaban juntos), un hombre y una mujer muy bellos, sonrientes. Los vi de reojo en el reflejo del vidrio de esa ventana que me tenía absorta. Creo que él se dio cuenta. O tal vez fue ella y se lo hizo saber con alguna señal... no lo tengo claro. La cosa es que empezaron a hablarme. La conversación era tan animada e interesante que me acomodé en el sillón y estiré las piernas hacia el pasillo. Por un momento aquella ciudad gris me pareció insensata. Le di la espalda.

Debió haber pasado una hora, cuando mis nuevos compañeros de ruta me informaron que ya llegábamos a su estación. Se pusieron de pie y se acercaron a la puerta. Una sensación de tristeza empezó a invadirme, hasta que me di cuenta que él regresó su mirada hacia mí y me sonrió pícaramente. Se bajaron.

No pude evitar continuar mi viaje con muchos suspiros, soñando despierta con miles de aventuras al lado de ese muchacho guapo. Me volví a perder en la ventana.

Oscureció. Las débiles luces de los faroles callejeros empezaron a adormitarme.

Antes de que me dejara dominar por el cansancio y cerrara mis ojos, sentí cómo se detuvo el bus en otra estación. Se encendieron las lámparas para alumbrar a los nuevos pasajeros.

Un hombre se sentó a la par mía. Era el mismo muchacho de hace algunas horas. Esta vez venía solo. Volvió a sonreírme con esa misma picardía.

Soñado el sábado 26 de marzo.

1 comentario:

Marlen dijo...

Awwww mi gorda! :)