martes, 12 de abril de 2011

Recurrencias

Desde la adolescencia me persigue una imagen que ya no sé si la inventé yo o si alguien la inyectó abusivamente en mi cabeza:

Soy yo, con 90 años de edad, sentada en una mecedora, viendo hacia ningún lugar más que a mis adentros, mientras mi piel se sigue arrugando al ritmo del péndulo de un reloj. Ahí estoy, en soledad, meciéndome de atrás para adelante, en una casa demasiado grande para mi encogida existencia, demasiado ajena a mis recuerdos.

No hay comentarios: