miércoles, 8 de julio de 2009

La sorpresa de un lunes*

Ada María salió de la oficina dando brinquitos de ilusión.

En su rostro se dibujó una sonrisa a la velocidad con la que se abrió la puerta del elevador.

En la recepción del edificio, la esperaba su primer novio. Aquel muchacho al que decidió darle el sí, el fin de semana pasado.

Al cruzar sus miradas, ambos se atrajeron cual imanes y no se separaron ni en la camioneta que los llevaría a su barrio.

Cada cuadra alimentaba las ilusiones de Ada María, cada charco que saltaban entre carcajadas le iba asegurando la felicidad al lado de su novio.

Lo que más le gustaba de esas tardes de oficina, era la seguridad que le brindaba la compañía del muchacho, en las calles solitarias del lugar cercano a su casa.

Por eso, ese lunes que llegó a recogerla, no tenía nada que temer.

Al bajar de la camioneta, no se dio cuenta que una sombra la perseguía. El corazón de Ada María estaba distraído con los piropos que su novio le hacía, con las caricias que le regalaba, con el amor que su cuerpo le daba.

Ni siquiera se percató del silencio que empezaba a caer junto con la tarde, al doblar la esquina de la tienda de doña Esmeralda.

Justo cuando estaba a punto de cantarle al hombre de su vida “un rayo de sol, oh-oh-oh”, sintió una punzada en la espalda.

Se sintió un poco extraña, como si el aire le faltara. Se lo quería decir a él, pero cuando pudo darse cuenta, ambos caían sobre la acera. No podía entender nada.

Lo último que recuerda es la violencia con la que una mano arrebataba su cartera, arrancaba la cadena de oro de su hombrecito y zangoloteaba sus cuerpos en busca de algo que no comprendía.

*Las cosas que inspiran las portadas amarillistas de los diarios...

1 comentario:

Pepe Barrascout Ortiz dijo...

Lo mas triste de la historia, es que en este momento, hay muchas personas que están viviendo esa realidad, que la han vivido y que lamentablemente la vivirán.

Saludos Wendy =)