sábado, 31 de octubre de 2009

Recuerdos de los noventa

Encontré en youtube una de las apariciones de Pearl Jam en la película Singles de 1992.

¡Me trajo tantísimos recuerdos!



¡Cómo me gusta esa película! No tanto por la historia, sino porque documenta buena parte del movimiento grunge en Seattle.

Que lo disfruten.

martes, 27 de octubre de 2009

El pasado duele en el vientre

Por cuarta vez sonó el timbre, por cuarta vez se le removieron las entrañas. De pie, detrás de la puerta, Clara sudaba frío mientras dejaba pasar los segundos. Sabía quién tocaba. Sabía lo que quería de ella.

En ese breve lapso desfilaron casi veinte sensaciones por sus brazos, sus orejas, sus ojos, su boca: desde el sobresalto del primer beso con aquel individuo que hoy tocaba el timbre, la complicidad de sus lágrimas, hasta el último abrazo que compartió con él.

Sonó el timbre de nuevo y el corazón empezó a latirle más fuerte. Sintió un ardor intenso en el estómago.

En sus oídos resonaron las palabras de sus amigos. Se lo habían advertido, nada bueno resultaría de esa relación. Se cansaron de repetírselo, pero ella había decidido quedarse a su lado contra toda predicción, aferrada a un par de días románticos y a unos cuantos fines de semana afortunados.

Ahora, era él quien rogaba detrás de esa puerta por un poco de ganas, una pizca de atención.

Clara comprendía su angustia. Sentía, a través de la gruesa madera que los separaba, la rabia contenida del otro, la incertidumbre que lo embargaba, la ansiedad. Tuvo varios impulsos de abrazarlo y ofrecerle consuelo, pero por alguna razón su cabeza se antepuso al sentimiento.

El timbre volvió a sonar. Esta vez la invadió un escalofrío. Cerró los ojos. Contó con los dedos de sus dos manos las veces en que él huyó de los aprietos, el número de encuentros con otras mujeres, las citas a las que llegó borracho, los colmillos de cocaína que encontró en su abrigo. Por un momento volvió a sentir el dolor de aquella aguda punzada que le propinó para acabar con su embarazo… Necesitaba dos manos más para seguir enumerando pesares.

Clara estuvo a punto de perder el equilibrio. Se aferró a la pared mientras se sujetaba el vientre. Abrió inmediatamente sus ojos. Por fin comprendió por qué no había bloqueado esos recuerdos. La sacudió un profundo suspiro y automáticamente le dio la espalda a la puerta.

El timbre dejó de sonar.



lunes, 26 de octubre de 2009

Empezar el día riendo

Pocas veces he reído a carcajadas tempranito en la mañana, antes de empezar la jornada laboral. Hoy fue uno de esos días. Y eso que, a partir de que salí de mi casa, todo me salió mal. ¡Hasta se me rompió un tirante de mi vestido rojo!

Foto tomada de www.janetscreativepillows.com

viernes, 16 de octubre de 2009

Recuerdos

Hace muchos años viajé para huir de vos, pero lo único que logré fue hacer que tu ausencia pesara más en el equipaje.


Foto tomada de librodearena.com

jueves, 8 de octubre de 2009

Carta de amor

Para Leonard Woolf.

Querido,

Me siento segura de estar nuevamente enloqueciendo. Creo que no podemos atravesar otro de estos terribles períodos. No voy a reponerme esta vez. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Por lo tanto, estoy haciendo lo que me parece mejor hacer.

Tú me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todas las formas todo lo que alguien puede ser. No creo que dos personas hayan sido más felices hasta que apareció esta terrible enfermedad. No puedo luchar por más tiempo. Sé que estoy estropeando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo harás, lo sé. ¿Te das cuenta, ni siquiera puedo escribir esto correctamente? No puedo leer.

Cuanto te quiero decir es que te debo toda la felicidad en mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bondadoso. Quiero decirte que todo el mundo lo sabe: si alguien podía salvarme, hubieras sido tú.

Nada queda en mí salvo la certidumbre de tu bondad. No puedo seguir destruyendo tu vida por más tiempo.

No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que nosotros hemos sido.

Virginia Woolf. 28 de Marzo de 1941.

domingo, 4 de octubre de 2009

Te espero

Aún guardo el ramo de florecitas que me mandaste. No me importa que ya se haya secado. Siguen en el agua, como el día en que las traje a la casita.

Y cada vez que cierro mis ojos, viene a mi memoria aquella imagen tuya de pie frente a la ventana, con tu pelo largo suelto, el suéter gris que te queda flojo y tu mano derecha saludándome nostálgicamente.

En estas últimas semanas, protagonizás mis sueños y te me aparecés en los ojos traviesos de Sebastián.

No importa cuándo vengás, hermanita. Algo me dice que estaremos más cerquita que antes.

Algo me dice que ahí adentro nunca se apagó la estrellita que traías amarrada en el cordón umbilical.