martes, 27 de abril de 2010

Nuevos aires laborales

Tengo a mis espaldas, un par de árboles que se levantan hasta el cuarto piso del edificio donde acabamos de mudar la oficina. El ventanal que me cuida la retaguardia me muestra una avenida amplia, algo transitada, pero bastante verde.

A mi derecha tengo una columna cuadrada de concreto y a mi izquierda, tengo un corredor secreto que termina a los cinco pasos. Ahí he decidido guardar cajas con material impreso.

Apenas hoy que empecé a ubicar mi escritorio y los papeles, me informaron que me quedé sola en mi departamento. Así que, está empezando una nueva etapa en esta institución, no sólo por la mudanza, sino porque de nuevo las responsabilidades estarán en mis únicas dos manitas.

domingo, 25 de abril de 2010

En este lado de la ciudad

Este aire caliente, denso y sofocante trae por bocanadas a mi balcón, sonidos tex mex que suben y bajan de volumen. Al mismo tiempo, una tonada de mariachis se introduce por debajo de la puerta. La abusiva se oye más cercana que la primera.

Intento cerrarles el paso a las dos invasoras, sacar de mi casa lo que ya lograron entrar, echarlas con insultos y patadas, pero no lo logro. No puedo luchar contra el viento que me las restriega en la cara y obliga a que las absorban mis orejas.

La chicharra del bosque se ríe con su rechinido constante de mi batalla perdida y me recuerda que así suenan los domingos en este lado de la ciudad.

martes, 20 de abril de 2010

Un gesto para Amanda

El día que Eduardo dejó de responder a las cartas que Amanda le escribía, se sintió muy agradecida. Comprendió que, como los héroes de las historias, él la había salvado del terrible monstruo llamado Abandono.

Siendo Eduardo un mercader muy conocido, se pasaba la vida viajando por lugares lejanos y conociendo gente cuya avaricia era peligrosa. Si el monstruo se enteraba que mantenía contacto con Amanda, muy fácilmente podría acecharla.

Entonces, ella decidió amanecer cada día con una sonrisa y barrer desde muy tempranito todo rastro que aquel mercader había dejado en su casa del bosque. Tenía que sacar de una vez por todas cualquier huella que pudiera oler el Abandono.

Por eso, Amanda estará eternamente agradecida.


Foto de: www.aurorabitzine.com

jueves, 15 de abril de 2010

Cosas curiosas de la vida

Siendo poco sociable -por distraída y por tímida- no me entero de muchas cosas que suceden en los ambientes laborales en los que he estado. Con el tiempo, he visto que ese despiste me ha privado de información valiosa y se me han escapado varias oportunidades para hacer networking.

En un trabajo que tuve, me movía cada tarde de mi escritorio al escritorio de una diseñadora gráfica encargada de hacerme un boletín electrónico. Cuando no la encontraba en su lugar, le pedía favor a su compañera de a la par que le informara que yo la andaba buscando.

Un día, esa compañera de al lado tenía otra cara. La habían cambiado. Me dio un poco de vergüenza porque nunca supe el nombre de la anterior. Con el pasar de los boletines, me llamó la atención que tanto la que trabajaba ese producto electrónico conmigo, como su vecina colega, usaban audífonos casi todo el día. La verdad es que las envidiaba. Yo quería mantenerme igual de abstraída, pero las características de mi trabajo no me lo permitían.

En fin…

Ya cuando me quedaba solamente una semana para trabajar en esa oficina, me encuentro a la nueva diseñadora en el baño. No sé quién de nosotras rompió el hielo y no sé por qué me inspiró tanta confianza. Lo cierto es que en cuestión de pocos minutos, yo le había contado mil cosas. Tanto así que, sin saber ni su nombre, le conté que tengo este blog y que me gusta escribir.

Se mostró tan interesada en mí, que me impresionó. Y yo que a veces soy agorafóbica, creo que me despedí rápido y salí corriendo del edificio. ¡No le pregunté su nombre!Pero, al día siguiente, tenía un comentario suyo en mi blog. ¡Y al poco tiempo, éramos amigas de Facebook!

No sé si unas semanas después, un realizador de cine -Rafa Tres- me contactó también en ese mundo virtual y me propuso participar en su película Un día de Sol. Me dijo que había leído mi blog y que le gustaba el tono de mi escritura. Quería que yo elaborara los pensamientos de la protagonista de su historia, para que se convirtieran en una narración que le daría un toque diferente al largometraje. ¡Por supuesto que acepté! Y heme aquí, escribiendo toda esta historia después de una noche de premier en Cinépolis de la zona 10.*

A que ni saben quién me refirió con el cineasta. Mi nueva amiga “Ka Be” (así se identifica en el Facebook).

Todo esto me puso a pensar en aquello que decía al principio… ¿qué hubiera pasado si mi timidez hubiera ganado y nunca le hubiera hablado a ella? ¿fue el destino el que me empujó a sacar de un solo tanta información en tan breve encuentro? ¿de cuántas amistades más me habré perdido por aislarme en los ambientes laborales?

Mientras me maravillo con lo sucedido, tengo una cita pendiente de calendarizar con mi amiga :o)


*La película estará en cartelera a partir de mañana viernes en las salas de Cinépolis. Cuenta la historia de una adolescente que sigue desesperadamente sus sueños. Deja un interesante mensaje a las adolescentes guatemaltecas. Más información en http://www.codicecinema.com/

miércoles, 7 de abril de 2010

¿Autocompleta? No lo creo.

Durante mucho tiempo intenté ser una mujer diferente al estereotipo que siempre me rodeó. Ya que crecí en colegios católicos y de monjas, me propuse ir en contra de todo lo establecido para una mujer: no quería casarme, no quería tener hijos, tampoco quería guardar mi virginidad hasta los 40, no usaba maquillaje, ropa ajustada y mucho menos tacones altos. No me gustaba el 14 de febrero ni celebraba ningún aniversario de noviazgo.

Yo estaba convencida de que me atraía todo lo contrario y que era una de las pocas muchachitas conscientes de lo que sucedía en el mundo, en mi país, en las adolescentes de mi generación. Pensaba que el ser independiente y vivir sola era suficiente para demostrar mis capacidades y la seriedad con la que me tomaba aquel modus vivendi.

Pero, al final de mis veinte años, tras varias situaciones y personas que se atravesaron en mi camino, he reflexionado acerca de aquella rebeldía. Mi cuerpo entero me obligó a sentarme y ver para atrás.

Así, me di cuenta de que no podía luchar contra mi naturaleza femenina. Que sí, me gustan los tacones altos, que me gusta intentar maquillarme de vez en cuando, que me preocupo por cómo se ve mi cabello, por la ropa que uso y sobre todo, por mi salud. Lo del matrimonio y los hijos ha de ser otra época de análisis a la que aún no he llegado, pero al menos, sí me estoy cuestionando la necesidad que tengo de compartir mi vida con una pareja.

Eso que dicen los motivadores y los religiosos, aún no lo puedo poner en práctica porque no sé ni cómo empezar: auto-complementarme. Según esa teoría, no debiera necesitar a nadie para poder sentirme completa. Pero ¿eso cómo se logra? ¿Realmente existe o está dirigido a los más elevados de espíritu?

Todavía estoy intentando descifrarlo.

Lo que me pasa es que al final de un día exitoso en el trabajo, o mejor aún, al final de un día en el que recibí la más linda señal para continuar caminando hacia mi sueño, me entran unas ganas locas por llegar a casa y contárselo a alguien que no sea el grillo del bosque ni el zumbido de la noche. O simplemente, relatar cómo estuvo mi día mientras me pongo la pijama y brinco a la cama para acurrucarme entre las chamarras.

No estoy perdiendo el optimismo porque sigo sintiendo que este será para mí, un año muy positivo. Tal vez es sólo que, hoy es uno de esos días en los que añoré un abrazo de orgullo y felicitación de una pareja que no existe.

Foto de www.cverbelun.addr.com