viernes, 6 de noviembre de 2009

Curiosa esa relación de amor y odio

Cuando empezaba la adolescencia y me sentía sola e incomprendida, solía callar. Si mis padres despotricaban contra mis gustos, recuerdo que asentía o me quedaba viéndolos, inexpresiva. Tomé esa actitud porque quería dejar de darme contra la pared, intentando convencer a mis papás de que lo que yo creía acerca de la vida no era malo sólo por ser diferente.

Pero, lo que logré fue acumular una serie de frustraciones que me motivaron a vivir fuera de casa.

Después de nueve años de no estar con ellos, a mis hermanas -que siguen viviendo ahí- aún les cuesta trabajo lidiar con la brecha generacional. Suelen tener constantes altibajos provocados por la esperanza de que, siendo honestas y transparentes, lograrán comunicarse.

Obviamente, ese fenómeno lo genera la natural convicción de cualquier padre o madre de buscar el bienestar de sus hijos. Lo comprendo ahora que lo veo de lejos.

Lo más curioso es que los hijos, después de toda esa contradicción y batalla contra los progenitores, regresamos a casa cuando necesitamos que nos recuerden que a pesar de todo, en ese lugar encontraremos cariño y un buen descanso del mundo.

¿O me equivoco?

Foto de Marina Zamora

5 comentarios:

Seletenango dijo...

Cierto! esta relación tiene muchas cosas que no terminaré de comprender, es algo así como un apequeña lucha de poder, lo más divertido es que los padres tienen la razón la mayor parte del tiempo, pero deben permitir que los hijos aprendan de sus errores, decidan por sí mismos, vivan, tal como ellos hicieron...

Marlen dijo...

No es odio...saber ni qué es pero no es odio jeje

Kary dijo...

Já! después de un buen golpe entendí que nunca los voy a hacer entender lo que yo quiero, así que, resignada, ya entendí que no entienden y eso hace que sea más fácil... curioso no?

Y pues yo también, después de 8 años afuera, aprendí que es más fácil encontrar la seguridad y el cariño sinceros acá adentro, aunque no sea como uno quisiera...

TE AMO HEIMANITA!!

Wendy García Ortiz dijo...

Tenés razón Marlen. No es odio.

Y también tenés razón Kary. Sólo nos queda procurar NO repetir la miiiisma historia con nuestros hijos... siesque tenemos.

;o)

Mario dijo...

no es de comunicarse... es de estar siempre allí (pero no fisicamente !!!!) para no tener que regresar

saludos